El cielo empieza a sonrojarse con la partida del sol. Llega la noche y el paisaje cambia su telón de fondo rojo por un manto azul decorado de estrellas. Las horas desaparecen entre las noche dejando una exposición eterna recomendada a grandes observadores.
Calma, todo está en calma. La luna emerge tras La Mola y eclipsa el faro. La fiesta de colores continua y lo hará hasta que el telón rojo vuelva a salir. Una burbuja de cristal, una cúpula protectora. Esa es la sensación que la isla me transmite.
Cada año, cada día, cada instante la isla vira, se contornea y cambia. No hay palabras, sólo las de tu corazón, el tiempo se detiene, las prisas se transforman en contemplación, la naturaleza comienza a imponer su propio ritmo, el cielo se pone caprichoso. Todo es silencio, sensaciones, plenitud, adrenalina, aventura, sentirse vivo y en libertad.
Éste es también un viaje a la imaginación, a mantener los sueños vivos y a recordarnos a nosotros mismos lo que queremos ser. Así que levad anclas!! Izad las velas rumbo a lo más profundo de vuestra mente y vuestro corazón….y pon el alma en el timón!!!
(Los que habéis estado en la isla lo habréis podido leer en el magazine anual, Formentera Report de Juan Pica).