En mayo de 1967 Bob Dylan celebró su 26 cumpleaños en Formentera. Llegó escapando de un éxito y fama que le sobrepasaban. En julio de1966 había sufrido un accidente de motocicleta y ese percance le ayudó a poner en cuestión su función en una sociedad que lo había proclamado guía y faro espiritual de toda una generación, durante dieciocho meses escapó de los medios de comunicación, desapareció.
Tenía muy pocas referencias de la isla; durante su convalecencia, un poeta y editor que había visitado a Robert Graves en Deià le comentó que al sur de Mallorca existía una isla sin aeropuerto, sin luz eléctrica, un lugar que era posible recorrer en bicicleta de un extremo al otro en un par de horas: a Dylan le pareció el lugar ideal para perderse durante unas semanas, trabajar sin presiones y cambiar el acelerado ritmo de vida, alejado de un protagonismo que no había buscado.
La presencia de Bob Dylan en Formentera es un hito histórico; aquí creó parte de su trabajo para el album `JWH´ y revisó antes la publicación de su libro `Tarántula´. Durante esos días se hospedó en el Molí Vell de La Mola.
Poeta conocedor de la fuerza transformadora de las palabras ha medido con escrupulosa exactitud sus declaraciones públicas; sobre su vida privada, hermetismo total. Bob Dylan ha entregado a la cultura contemporánea un puñado de composiciones que pueden clasificarse como obras maestras, imprescindibles, pero su audacia, maestría y buen criterio siguen sorprendiendo a la audiencia. Su vigencia es incuestionable cincuenta años después de subir por primera vez a un escenario.
Honrando al más contemporáneo y trascendental de los autores del rock, Formentera se distingue por reconocer a un viajero embarcado desde hace décadas en un tour interminable. La huella de este trovador atemporal permanecerá para siempre unida al nombre de la isla donde encontró la complicidad de los formenterenses y de otros expatriados anglosajones que habían perdido o abandonado la batalla cotidiana y rutinaria que la sociedad de consumo les proponía.
DI.
Los que somos de otra generación tenemos que conformarnos con su «herencia musical «… la de su cuarto hijo Jakob Dylan. Un joven con mucho estilo, talento y sin complejos.